Hace unos pocos días atrás, muchos de nosotros hemos celebrado un día hermoso – o estresante, según el caso – con nuestras parejas. Me refiero al famoso Día de San Valentín. Un día para amar, mimar, regalar y disfrutar en la mejor compañía. Pero, ¿de dónde surge esta tradición?
Explicaciones hay muchas. Respuestas variadas. Certezas, sin embargo, hay muy pocas. ¿Quién fue Valntín? ¿Cómo se convirtió en el patrono del amor y de los enamorados? ¿Cuándo surgió esa tradición?
Eso es lo que revisaremos a continuación.
Todo parece partir el Siglo III d.C., con un humilde sacerdote romano. Cuenta la leyenda que el emperador Claudio II había prohibido el matrimonio de sus soldados, considerando que un soldado soltero está más dispuesto a morir por su patria que un soldado casado – una tradición militar que se remonta, de hecho, bastante lejos en la Historia. Es una época de dolor y de tribulación para los soldados jóvenes; es una época de tribulación también para los cristianos, perseguidos y atacados por el Imperio.
Y en ese trasfondo trágico, surge la figura de Valentín. No se sabe a ciencia cierta si se trata de Valentín de Roma o Valentín de Terni – ambos santos tocayos que son celebrados el mismo día, así como Valentín el Africano, aunque él no está dentro de la lista de posibles patronos del Amor. Este hombre maravilloso, sea de Roma o de Terni – aunque hay quienes sugieren que ambos son un solo y mismo individuo -, se opone a esta tiránica decisión del Emperador y casa secretamente a los jóvenes soldados enamorados, con la bendición del Señor Jesucristo. Pese a lo secreto de sus ceremonias, la fama de Valentín crece tanto, que eventualmente el mismo Emperador lo llama para conocerlo en persona.
El Santo hombre – hablo de Valentín, desde luego – conversa unos instantes con Claudio II, y con tanto amor le habla que, por unos instantes, el Emperador piensa en dejar de perseguir a los cristianos. Sus malvados consejeros, no obstante, lo fuerzan a condenar a muerte al pobre sacerdote. La leyenda no registra cómo es que esos detalles se hicieron públicos…
Como sea, el asunto es que muere el pobre hombre, y la historia se pierde en el tiempo hasta que, dos siglos después, la Iglesia redescubre la anécdota de Valentín en sus archivos o en rumores circulantes de la ciudad. Y deciden usar este ejemplo para eliminar un rito pagano de la fertilidad de los más desagradables celebrados en Roma, las Lupercalias, con jóvenes paseando desnudos por la calle y flagelando a las damas que acuden felices a ser golpeadas, pues estos golpes devuelven la fertilidad a las infértiles y facilita el parto de las fértiles. Una maravilla que prefigura nuestro actual sado-masoquismo.
Plutarco describió de esta forma las Lupercalias:
Lupercalia, acerca de la cual muchos escribieron que antiguamente la celebraban los pastores y que tiene alguna relación con las fiestas Liceas de Arcadia. En esa época muchos de los jóvenes nobles y muchos magistrados iban y venían desnudos por la ciudad por diversión y risa, azotando a los transeúntes con látigos cerdosos. Y a propósito también se cruzaban con ellos muchas mujeres de rango, quienes les presentaban las manos para que les pegaran, creyendo las embarazadas que se les facilitaría el parto y las estériles que podrían ser fecundadas.
¡Y voilá! Nace San Valentín. Una variante de la misma leyenda habla de que Valentín conoció a la hija de su carcelero y la amó. El día de su muerte, le envía una hermosa carta de amor, firmada con el famoso «de tu Valentín«, dando inicio a la locución actual de «¿Quieres ser mi Valentín?«.
Bien. Ahora que revisamos la leyenda, miremos un poco las evidencias. Para empezar, las viejas hagiografías no hablan de los dotes románticos de Valentín. Hasta el Siglo XIII, Valentín es reconocido santo mártir por haber obrado el milagro de devolverle la vista a la hija de su carcelero – recordemos la segunda versión de la leyenda. Pero de él sólo se asevera que fue un sacerdote cristiano ejecutado por profesar la fe cristiana. Nada de matrimonios, nada de rebelión. Mucho menos encuentros con el Emperador. ¿Patrono de los enamorados? Nones.
Pero entonces, ¿de dónde nace la tradición?
Tal parece que nace, curiosamente, sólo en el Siglo XIV. Y, como muchas tradiciones, de un pequeño error. El año 1382, el poeta inglés Geoffrey Chaucer escribe su obra «El parlamento de las aves«. Esta obra es una sátira que describe la reunión de las aves para elegir a sus parejas el día de San Valentín. Una de los versos dice, precisamente, que:
(…) esto fue el día de san Valentín,cuando cada ave vino aquí a elegir su pareja.
La curiosidad es que esta obra se escribió para honrar el compromiso del rey Richard II y Ana de Bohemia, el día 2 de mayo, en el que se celebraba a San Valentín de Génova. Efectivamente, en el hemisferio norte, febrero no es época de apareamiento de las aves.
Sólo bastaba una ignorancia de las circunstancias en que fue escrito el texto y una ligera confusión de fechas – no olvidemos que existen unos 11 santos llamados Valentín en el onomástico católico – para llegar a la conclusión de que San Valentín es patrono del amor, y lo es el 14 de febrero. Los vacíos, como suele suceder, lo llenarían los mismos fieles.
Ya en los Siglos XIV y XV, se encuentran las primeras firmes referencias a San Valentín. Y el Siglo XIX, en Estados Unidos se imprime la primera tarjeta de San Valentín. Y la Historia se hizo.
Pero tampoco es para desprestigiar esta fecha. Después de todo, es una leyenda que nace de un poema dedicado al amor de un monarca, que se desarrolló en las fantasías de quienes querían creer, y se difundió sin importar las barreras del tiempo y del espacio.
Y eso, ya lo hace merecedor de su título: es, en sí, una historia de amor. Es el Día del Amor.
Es San Valentín.
Saludos.
Interesante pero actualmente, como todas las fechas conmemorativas con «buenas intenciones» se ha convertido en una forma más de mercadeo y publicidad.
Saludos.
Sin duda; pero esa condición también está sujeta a los mismos individuos que conmemoran el día de San Valentín. No es necesario un regalo para celebrar el amor hacia alguien.
Todo es cosa de hábitos, en el fondo…
Y aunque se diga que es una fecha comercial, sin sentido, y otras mil descalificaciones, en mi humilde opinión, viviendo en un mundo tan acelerado como éste, tan centrado en el éxito profesional y en los logros sociales, tener un día – aunque sea uno sólo – en el que los mismos medios nos hacen pensar simplemente en los seres amados, no puede ser algo tan malo…
Pero, de nuevo, es cosa de gustos personales.
Saludos.